14 abr 2008

LA ESTETICA DE LA RECOLECCIÓN, Derivadas en ArtMotiv #3

Aparece el tercer número de la revista ARTMOTIV, y ahí David Flores-Hora realiza una reseña de la exposición "Derivadas Resultantes de un proceso de recolección" la cual se presentó en el Paradero Habana de Micromuseo el mes pasado.
reproduzco la nota a continuación y si desean ver la nota original puden hacerlo aquí.

La estética de la recolección

David Flores-Hora

Derivadas (resultantes de un proceso de recolección). Víctor Castro Micromuseo (“al fondo hay sitio”). Paradero Habana. Febrero 2008
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Víctor Castro. 47/88 no-quipu. 2007

El escultor Víctor Castro (México, 1974) plantea mucho más que una propuesta artística. La recolección deja de ser un acto íntimo y timorato, se convierte en una ávida red de colaboración procesual que se genera a través de amigos, desconocidos, colegios y comercios.

“Yo creo que una persona que no te conoce te puede ayudar” es la frase recurrente en la pesquisa de este joven artista, con un profundo e incisivo poder de comunicación y socialización. Las piezas escultóricas llegan a ser proyectos colectivos que Castro organiza y orquesta a partir de pequeños aportes. Esto construye una profunda y divertida dinámica, una escultura en constante tensión, construcción y movimiento.

Bajo la curaduría de Gustavo Buntinx, chofer [director] de Micromuseo (“al fondo hay sitio”) se presenta esta propuesta abiertamente ecológica que explora la estética de los desechos post-industriales.

Nietzsche decía que “los desechos, los escombros, los desperdicios no son algo que haya que condenar en sí: son una consecuencia necesaria de la vida. El fenómeno de la decadencia es tan necesario como cualquier progreso y avance de la vida: no está en nuestras manos eliminarlo” (Fragmentos póstumos de la primavera de 1888). Es de esta forma que la recolección origina peculiares peregrinaciones y dinámicas en este artista, elabora un nuevo ciclo vital.

Tapas de botellas que son re-significadas y pasan a formar parte de un ritual material, donde el no-quipu y el no-manto son abordados con una mirada muy peculiar, como un método mnemónico donde las piezas asumen la sintaxis propia del arte contemporáneo: tensión, color y un lenguaje distinto, un lenguaje recuperado. Es de esta forma que se hace un rescate y puesta en valor de este arquetipo milenario e inextricable, que es conducido al tránsito a esta (post) modernidad.

Ejercicio constructivista donde las esculturas, a modo de nudos y tensiones, se convierten en metáforas y paralelos plásticos de la vida. Esto plantea una ruta existencial para entender la obra de Castro como una secuencia en movimiento, en constante evolución.

El Paradero Habana de Micromuseo (“al fondo hay sitio”) es el lugar tomado por estas derivadas. Se trata de “la irrupción de las estéticas relacionales en el Perú”.

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